Historias de nuestras trabajadoras de salud: Gladys Ledesma

Gladys nos sorprende en el pasillo del Hospital de Rincón de los Sauces con una gran sonrisa; nos pide unos minutos y nos hace pasar a su oficina, y sin mayores preámbulos nos abre las puertas de su vida y su profesión con un caudal inagotable de historias.  “Soy la Licenciada Gladys Ledesma, Licenciada en Enfermería, hace nueve meses que soy directora del Hospital de Rincón de los Sauces. Hace 31 años que vivo acá en la localidad y 25 años que trabajo en la provincia”, sintetiza rápidamente.

Gladys es chaqueña, se educó en Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos, siendo esta última la provincia donde estudió enfermería profesional. Se graduó en el ‘89 y un año más tarde la vida y sus aspiraciones la llevaron a Paraguay. “Me destinaron al Paraguay porque estudié en aquel tiempo en el Colegio Adventista del Plata, hoy facultad, donde mi objetivo era prepararme como enfermera misionera para ir trabajar al Amazonas”, relata.

Gladys Ledesma, es licenciada en Enfermería y es directora del Hospital de Rincón de los Sauces.

Durante seis meses estuvo en Foz do Iguaçu, donde experimentó “lo que es estar afuera de casa” y recuerda que todos los fines de semana volvía a Puerto Iguazú “a comprar un dulce de esos ricos”, mientras señala que uno así aprende a valorar lo que tiene en el país.

“Me volví porque no me adaptaba al idioma, no era fácil de aprender y la comida también. Muy crítica para mí la alimentación que podía conseguir allí para no desequilibrar mi estado nutricional”, afirma al tiempo que aclara que es ovolactovegetariana. Sin embargo, a Gladys le quedaban muchos caminos por recorrer.

Así, en aquel tiempo, decidió acompañar a su por entonces novio, quien luego se convertiría en su esposo y del que más tarde también se separaría, el cual había conseguido trabajo “en el sur” y donde ella hizo lo mismo. Ingresó al Sistema Público de Salud neuquino en el año 90, en la localidad de Centenario, donde trabajaron un año y después fueron trasladados a Rincón.

“Fui la primera enfermera profesional dentro de la institución”, dice orgullosa, con razón, aunque el recorrido no fue fácil y en el ‘92 se tomó una licencia de la que no volvió hasta pasados 4 o 5 años, tiempo en el que tuvo a su hijo y sus dos hijas.

“Creo que son experiencias, no fui al Amazonas pero vine a Rincón de los Sauces”, ríe cómplice. “Siempre nos ha ido bien, amo lo que hago. Después ya volví a ocupar el cargo de enfermería profesional”, valora y recuerda su regreso a la profesión.

“Empecé a trabajar adentro otra vez, porque había mucha necesidad de personal, y después me destinaron a La Costa, que es un centro de salud”, cuenta y señala que los recursos eran muy escasos, con un área programa en el que predominaban las personas adultas.

“Hicimos un censo y nos dimos cuenta que había muchísima gente hipertensa, mucha gente alcohólica, mucho problema en alfabetización también”, indica sobre el relevamiento que les permitió abordar mejor cada situación y hacer “enfermería comunitaria” con las “Zanellas” que les fueron donadas en ese tiempo.

Así también surgieron sus charlas sobre educación sexual con adolescentes de la comunidad para hacer prevención del embarazo no intencional en los y las más jóvenes, entre otras cosas.

“Hoy lo recuerdo con cariño, con alegría, cada vez que iban a la charla de prevención, cada una de las muchachitas y los muchachitos iba a la sala con una silla porque no teníamos ni silla. Entonces todo eso hoy en día creo que me emociona, para mí era tan natural, porque veías que la gente realmente estaba interesada. Así también había días que yo terminaba mi jornada tipo tres, empezaba a limpiar, a lavar el piso y ordenar la sala. Yo empezaba, pero siempre alguna vecina venía y me ayudaba y me decía ‘siga atendiendo usted Gladys, yo termino de limpiar’”, dice sobre aquella época “dorada” y el vínculo estrecho con la comunidad.

“Estuve como cinco, seis años allí y después ya me pidieron para adentro porque había muchas necesidades y yo le dije a mi gente de La Costa me voy por tres meses y vengo, todavía no vuelvo”, se sonríe y afirma que hacer enfermería preventiva es lo que la apasiona del Sistema de Salud de Neuquén.

“También fui la primera enfermera profesional que ganó por concurso la jefatura de Enfermería y como consecuencia la primera enfermera que tiene dedicación exclusiva”, indica sobre cómo ya en ese momento iba haciendo camino para todas las mujeres que vendrían luego y resalta que con el tiempo ha crecido la incorporación de enfermeros y enfermeras. “Ahora somos 35, bueno 34, porque yo estoy acá”, se corrige inmediatamente, ya que a pesar de estar en la dirección del hospital no puede evitar concebirse distinta en su calidad de enfermera.

Poco después la charla se traslada a la actualidad, a la pandemia, y Gladys cuenta que la previsión y la organización natural del oficio, “de caminar dos pasos adelante” y fundamentalmente con fe en Dios, le permitieron en lo personal abordar los cambios dinámicos de la misma con un equipo de salud que lo dio todo.

De sus palabras se recoge que toda la preparación previa de los equipos sirvió, la relación y el apoyo de la comunidad también, siempre en coordinación con la Zona Sanitaria V, la Subsecretaría y el Ministerio de Salud de la provincia. “Todo es un trámite, tal vez porque uno ya tiene unos cuantos abriles, uno ve con tranquilidad, sabe para dónde tiene que caminar, el objetivo es cuidar a la población, cuidar también a nuestra gente, todo lo que se pueda. Sé que gestionando todo se logra”, sostiene.

“Esta mención realmente me emociona por el solo hecho de que no es el trabajo de la directora del hospital, sino de todo un equipo. Hay distintas situaciones que uno tiene que enfrentar, a veces lo imprevisto supera lo planificado, pero feliz con esta mención por el hecho que es un premio al esfuerzo de todo un equipo y la misión de haber cumplido con creces el cuidar a nuestra comunidad y la comunidad está atenta a ver en que se puede colaborar para poder avanzar”, resalta.

“Dicen que a partir de los 50 años uno está en una etapa de oro y creo que profesionalmente uno está realizado. Hablaba en alguna oportunidad con la ministra (de Salud) Peve y le decía que ya estoy en la recta final, porque en unos años más me jubilaré, es decir, todo lo que hago, los desafíos para mí son una posibilidad de superación, no es un problema”, asegura con sabiduría y a sus 58 años se encuentra terminando su maestría y planificando con entusiasmo su próximo paso: un doctorado.

Gladys reconoce que críticas siempre hay, pero que se centra en aquellas que son constructivas, porque el camino es para “adelante”. “Con la enfermedad de mi hijo, que tuvo leucemia, aprendí que perdemos mucho tiempo en cosas que no tienen sentido”, dice con una practicidad que le quedó marcada a fuego.

“La mayoría de la gente me conoce, voy al mercado, donde sea, me llaman a tal hora y uno atiende, sigue atendiendo, por ahí hay días que uno no duerme según las consultas que se hacen de urgencia”, reconoce y dice que en cuanto no tenga sensibilidad para atender a la gente, ese será el tiempo en que se “haga a un costado”.

“Para mí no es un trabajo, es algo más”, asevera y señala que lo que hace es una atención holística, porque “no es solamente curar heridas sino ver cómo está (la persona)”.

En cuanto a su familia, cuenta que tiene un hijo y dos hijas. “Ya están todos grandes, los tres en la universidad estudiando en Neuquén, así que siempre me he dedicado un poco al trabajo y un poco a la casa”, describe y agradece que siempre la sostuvieron y a quienes siempre priorizó darles tiempo de calidad.

“Trabajo desde los 18 años, así que he hecho diversas tareas, en distintos lugares. Mis primeras armas fueron en Córdoba y hoy estamos acá, soy más neuquina, como dicen, que chaqueña, y realmente estoy feliz, como mujer estoy satisfecha”, dice y se le achinan los ojos, probablemente acompañando una sonrisa debajo del barbijo.

“Creo que hay que proyectarse y acá no es cuestión de hablar, es cuestión de hacer más que otra cosa”, resalta y a modo de mensaje para otras mujeres recuerda la importancia de prepararse, de tener una profesión, “que las limitaciones están en la mente”, que se puede.

“Uno es lo que se propone”, concluye.