Discurso del gobernador Jorge Sapag. Día del Veterano y de los Caídos en la guerra en Malvinas. Paso Aguerre.

Es un honor tener la responsabilidad de hablar en esta tribuna que es la tribuna de los ex combatientes, que es la tribuna de Malvinas. Y tomo la palabra en esta tribuna con este pedido de Daniel, que viene -yo sé- desde el corazón, y la tomo fundamentalmente sabiendo que en este momento tenemos que expresar los sentimientos más profundos que anidan en nuestras fibras más íntimas acerca de lo que tenemos que ver, recordar, de este 2 de abril.Y es cierto lo que decía Daniel: tremenda responsabilidad de ir a Malvinas en representación de una sociedad, cumpliendo el mandato de defender la patria hasta perder la vida, con todo lo que eso significa. Porque cuando lo mencionamos en el himno, “O juremos con gloria morir”, tiene que ver con este juramento histórico que viene de lo más profundo de la historia. Que viene de aquellos que entregaron la vida, que entregaron su integridad física, sus fortunas. Los revolucionarios de mayo, muchos de ellos, en 1810 tenían una buena posición económica, tenían la tranquilidad de sus familias, sus hogares, su trabajo, sus tareas. Y no dudaron un instante en entregar todo lo que tenían y, lo más importante, la propia vida para legarnos la Nación que hoy tenemos aquí.

Y como decía Daniel y me acuerdo que el año pasado Ester lo recordaba, los ex combatientes tuvieron que dejar la isla Soledad en Malvinas para venir al continente a encontrar la soledad en el continente. Y esto lo tuvieron que soportar sobre sus hombros y sobre los hombros de sus familias, y sobre los hombros de los familiares de los que quedaron en Malvinas y en el fondo del mar custodiando allí nuestra soberanía.

Por eso es importante que realicemos estos actos el 2 de abril. Todos los 2 de abril en la historia argentina tiene que hacerse este recuerdo hasta que las Islas Malvinas y las islas del Atlántico Sur vuelvan a formar parte de nuestra Argentina amada.

Como respuesta también a ese sacrificio enorme de los que entregaron su vida y de los que volviendo también entregaron su vida a esta causa de Malvinas, los que volviendo también perdieron muchos de ellos su vida en el recuerdo de momentos trágicos y momentos difíciles, y agradecerles a los que organizan esta cabalgata de Picún Leufú. Al amigo Alvear por mantener viva y encendida esta llama de la memoria del 2 de abril. Memoria que nos lleva a analizar que ese 2 de abril fuimos a Malvinas porque teníamos derechos: derechos históricos, derechos geográficos, derechos que tienen que ver con la proximidad geográfica, el derecho del primer ocupante; los derechos que recibimos por sucesión de España, los derechos de la continuidad geológica, y los derechos de un reconocimiento que hizo Inglaterra en el siglo XVIII acerca de que el sur, las tierras del sur eran de España y nosotros de España recibimos esos derechos.

Por supuesto que todos estos derechos fueron desconocidos por Inglaterra desde 1833 cuando cuando desembarcan en las Islas Malvinas y vemos que nuestra bandera es arriada a pesar de todos los esfuerzos que hizo el gaucho Rivero, que hizo Pinedo, que hizo nuestra gente, desde 1833 que empezó el reclamo diplomático de Argentina por nuestra soberanía en Malvinas. Y es lo que decía Daniel, lo estudiamos en la escuela, y lo vivimos y lo hicimos carne en nuestro corazón y después vinieron declaraciones de (la Organización de las) Naciones Unidas, sobre el tema de colonia, considerando Naciones Unidas que el caso Malvinas comprende el listado general de las colonias que todavía se mantienen en el mundo y llamando a la descolonización y llamando a las partes a que se reúnan y en el diálogo abierto y franco terminen con estas cuestiones que de alguna manera cercenan, desmembran y aíslan territorios geográficos de la soberanía de los territorios que deben tener en su dominio y jurisdicción.

Y también nos tocó una guerra donde no solamente estaba Inglaterra al frente. Estaba la (Organización del Tratado de Atlántico Norte) OTAN, Estados Unidos, estaban todos los países que responden a la corona británica, con aliados también circunstanciales en aquel momento donde había coincidencias, donde Margaret Tatcher necesitaba logros políticos para enfrentar sus elecciones, donde (Ronald) Reagan demostraba de alguna manera su forma de ver las cosas de latinoamérica y donde también Pinochet tenía su corazón puesto en otro lugar y no en el nuestro, contrariando los sentimientos de un pueblo chileno y un pueblo argentino que tienen una historia común y que tienen un destino común y que tienen una cordillera que los separa pero que también tiene que ser la columna vertebral de dos pueblos signados por un destino de gloria y de dignidad. Pero en aquel entonces muchos coincidieron para traicionar la causa latinoamericana, para traicionar la doctrina Monroe, “América para los americanos”, traicionar los principios formadores del Tratado Latinoamericano de Asistencia Recíproca. Y así Argentina tuvo que enfrentar con sus soldados, con sus combatientes, a las potencias más poderosas del planeta.

Por eso no es menor el esfuerzo. Por eso cuando se llega a Malvinas el 2 de abril y el 3 de abril a las islas Georgias donde cae el (soldado Jorge Néstor Águila) “Moncho”, se arría la bandera inglesa y ese día es el día de la recuperación, como dice Daniel, de nuestra soberanía. Ese día recuperamos y el objetivo era recuperar, ir y volver. No voy a analizar ahora, ni creo que valga la pena, por qué no se volvió. Había propuestas del presidente de Perú de colocar las dos banderas, la argentina y la inglesa, y esperar, negociar. Esos son simple análisis de la historia que los iremos viendo ahora cuanod sigamos avanzando en las discusiones para recuperar la sobernaía, porque los ingleses no se tienen que olvidar que tarde o temprano y más temprano que tarde y por medios pacíficos vamos a volver a tener la soberanía en nuestra islas Malvinas e islas del Atlántico Sur.

Y es cierto: el dolor del soldado que después de varias batallas, de ver caer a sus compañeros, de ver caer también al enemigo, tiene que entregar sus armas, tiene que ver arriar la bandera celeste y blanca, es un dolor que golpea en el corazón. Pero tenga la certeza todos ustedes, ex combatientes, familiares de ex combatientes, que en ese momento en el que lucharon, en el que también tuvieron que, por superioridad numérica y superioridad tecnológica dejar las armas levantaron bien en alto una bandera, una bandera de dignidad latinoamericana. Una bandera que hoy es bandera y estandarte de lucha y que es una bandera de ejemplo. Porque si hay algo que deja Malvinas es justamente testimonio y memoria de ejemplo, ejemplo de qué se hace cuando uno se compromete a entregar la vida por una causa, que es cumplir con esa noble misión.

Y ese ejemplo, ese testimonio y esa conducta ejemplar tiene que calar profundo es nuestra fibra, en nuestros corazones. Y saber que todos tenemos la responsabilidad de trabajar para construir una nación pacífica, pero la paz solamente se puede construir sobre la justicia, la justicia solamente se construye si hay progreso, si hay dignidad, si hay igualdad de oportunidades. Y saber y aprender de las guerras que lo más importante es la construcción de la paz. Lo más importante es el respeto de la vida. Los más importante es saber que los seres humanos tenemos que sentarnos en la mesa de las negociaciones sabiendo que todos somos hermanos y que todos tenemos un mismo padre que es Dios que nos tiene que alumbrar para que seamos capaces de construir esa paz, esa justicia, ese progreso, esa dignidad.

Por eso creo que tenemos que revitalizar estos actos de memoria para en ellos revitalizar las conductas ejemplares, como lo es también la figura del doctor Raúl Alfonsín, que entregó su vida a la democracia, entregó su vida a la República, entregó su vida al diálogo, entregó su vida a los valores republicanos. Y todos tenemos una misión y una función que cumplir en esta causa de nuestro país, de nuestra sociedad, del mundo. Todos tenemos algo que aportar. Como decía Daniel, y como decía también Marcos, nosotros tenemos un conjunto de derechos pero también tenemos un conjunto de obligaciones que nos llevan a que tengamos que mirar muy bien cuál es el lugar que ocupamos en la sociedad en que vivimos y qué es lo que tenemos que hacer para que esta sociedad crezca y para que la solidaridad sea la que nos lleve a construir una sociedad inclusiva, próspera y pacífica. El “Moncho”, seguramente, si hubiera tenido que elegir destino hubiera elegido el destino de vivir aquí, como arriero, como criancero, como poblador de esta tierra neuquina patagónica cordillerana. Y estar junto a su abuelo, sus familiares, y a sus seres queridos.

Hoy más que nunca está cerca de todos ellos, porque todos ellos lo tienen en lo más profundo del corazón, y del “Moncho” se va a hablar hoy, y mañana, y pasado, y el año que viene, y por todos los tiempos que exista Paso Aguerre, la provincia del Neuquén, la Patagonia, y él ha pasado de esta manera de Paso Aguerre a la posteridad y a la gloria del homenaje de un pueblo que lo quiere y que lo tiene presente en su corazón. Y en la figura del “Moncho” está la figura de cada ex combatiente, de los que quedaron y de los que hoy están vivos y llevando adelante la memoria y el recuerdo de la causa de Malvinas. Y como está vivo y está presente en todos nosotros yo les voy a pedir como pido siempre que en la figura de él recordemos como un fuerte presente a todos los que quedaron, a todos los que vinieron y a sus familiares. Por eso les pido que nos acompañen a todos con ese presente patriótico, con ese presente que dice sí al recuerdo, sí al afecto, sí al respeto. Con ese presente que debe significar un compromiso con los valores que nos legaron quienes dejaron su vida en San Lorenzo, en Chacabuco, en Maipú, en Salta, y también en Malvinas. Combatiente “Moncho” Jorge Néstor Águila, ¡presente!.