Deportista neuquina suma experiencia en suelo estadounidense

Luego de un año de experiencia en el básquetbol de Estados Unidos, la neuquina Bárbara Araoz regresó a la provincia para disfrutar de las vacaciones universitarias. La ex Pacífico se reunió con el director provincial de Deportes, Mauricio Serenelli, quien puso a su disposición los profesionales médicos con los que cuenta el área. También participó el director general de Desarrollo y Proyección Deportiva, Fabián Cavallín.

Aráoz, de 19 años y cuatro veces campeona con Neuquén en los Juegos Epade, estudia psicología deportiva en la universidad Marshalltown, en el estado de Iowa en el norte de Estados Unidos. “Si bien soy dos o tres, cuando llegué en agosto del año pasado justo la base del equipo se lesionó, así que estuve toda la temporada jugando como base. Tuve que balancear entre el rol importante de anotar y armar juego”, expresó la destacada basquetbolista neuquina.

El aire latino, Bárbara lo comparte junto a su compañera mexicana, con quien vive en el mismo departamento junto a otras dos deportistas norteamericanas (practican vóley). Según dijo, a lo que más le cuesta adaptarse es a “la frialdad. Son distintos, pero respetuosos y aplicados. Y en cuanto a lo deportivo siempre se combina con lo educativo. La idea es quedarme un año más en Marshalltown, conseguir un título intermedio y luego buscar otra universidad para completar la carrera de cuatros años, que es el tiempo que puedo jugar al básquet allá”.

“No se juega tan físico como acá, allá se trabaja más la defensa con las piernas por ejemplo. Hay que acostumbrarse, porque cuando me fui jugaba en Buenos Aires y era todo muy duro”, explica Bárbara, que tiene claro “que es lo que necesito mejorar para lo que viene. Mi idea es tener una buena temporada y poder conseguir un lugar en otra universidad”.

A las 8 de la mañana comienza el día de la neuquina en Lowa, donde el desayuno es el inicio ideal en el comedor universitario. Una hora más tarde es tiempo de estudio, con materias obligatorias y opcionales –que Aráoz direcciona hacia la psicología deportiva- hasta el mediodía. Los entrenamientos comienzan a las 15.30, con cinco estímulos semanales de dos horas cada uno. “Luego ya viene la cena, también en el comedor. A veces cenamos y todavía es de día, pero son costumbres, aunque a las 22 ya vuelvo a tener hambre”, comenta Bárbara, que por la tarde noche realiza habitualmente tareas en el gimnasio.

Sus pasos en la provincia la mantendrán aquí hasta agosto, cuando deba retornar en el final del verano boreal para continuar con sus estudios en Estados Unidos.