Bodega neuquina destina 120 hectáreas de su terruño para inversores

Se trata del proyecto “Clos del Fin del Mundo” destinado a personas que deseen cultivar uvas para elaborar vinos premium, con asesoramiento y asistencia técnica de reconocidos enólogos y agrónomos en un terroir que ya generó vinos premiados en todo el mundo.

En conferencia de prensa se presentó esta mañana en la ciudad de Neuquén el proyecto “Clos del Fin del Mundo” de la Bodega del Fin del Mundo, que desde hace una década produce y exporta vinos de calidad hacia 40 países. La propuesta consiste en abrir las puertas a los interesados en la producción de vinos con la venta de 36 parcelas de 3 hectáreas cada una, que se entregarán plantadas con viñedos de alta calidad enológica.

En esa superficie se incluye media hectárea para realizar construcciones de uso particular y/o parquizar, y el propietario podrá elegir el destino de su producción, sea para uso particular, venta a terceros o venta a la misma bodega, que se comprometió a comprar la producción de los inversores al mejor precio de plaza.

Con la mira puesta en la producción de vinos de alta gama (o vinos boutique), se dispondrá de la base, sustento y experticio de la bodega al alcance de los interesados. “Los inversores contarán plenamente con las instalaciones, la tecnología y el asesoramiento para lograr el mejor vino: el propio”, indicaron fuentes de la bodega a través de un resumen para la prensa.

Entre las autoridades provinciales y municipales que acompañaron el lanzamiento del proyecto, el ministro de Desarrollo Territorial, Leandro Bertoya, comentó que “esto es parte de un sueño que comenzó hace diez años y que ahora está buscando nuevos desafíos como es el asociativismo, respaldado por la enorme experiencia que tiene la bodega del Fin del Mundo”.

Lo que hace la empresa es “permitir a quienes tengan los recursos el acceso al mundo del vino, donde se combina la producción, el buen uso de nuestro suelo, el agua y el conocimiento de los recursos humanos que tiene la bodega”, agregó.

Por otro lado, Bertoya señaló que “las posibilidades de desarrollo son enormes. Hay mucho espacio para que la gente de la ciudad pueda tener una experiencia productiva con un sistema asociativo como el que se está planteando acá”.

Indicó también que “la actividad hidrocarburífera va a ofrecer una disponibilidad de recursos para muchos jóvenes profesionales. Técnicos y trabajadores de ese sector van a tener la posibilidad de invertir en este tipo de actividades, donde conciliamos lo productivo con los ahorros de los trabajadores, buscando la coexistencia de inversiones dentro del territorio neuquino entre los recursos renovables y los no renovables”.

En tanto, el socio fundador de la Bodega del Fin del Mundo, Julio Viola, explicó que “la propuesta es un parcelamiento de tres hectáreas cada uno, con un total de 120 hectáreas aproximadamente, de un emprendimiento nuevo en el cual nosotros ofrecemos a nuevos socios inversores pertenecer al mundo del vino. Los lotes están plantados y tienen media hectárea en blanco y a los socios inversores los invitamos también a participar en la elaboración y comercialización de los vinos, utilizando la marca Clos del Fin del Mundo, lo que va a generar un concepto asociativo distinto respecto de lo que se venía viendo hasta ahora”.

“Lo que estamos haciendo es abrir las puertas de nuestros conocimientos en los campos, viñedos, enología, comercialización, administración y todo lo que refiere a una empresa de estas características. Si alguien quiere entrar al mundo del vino, nosotros le ofrecemos hacerlo sin realizar una inversión millonaria y riesgosa”, finalizó.