Acto por el 166° aniversario del fallecimiento del General San Martín.

Presidente del Concejo Deliberante de Neuquén, David Schlereth; secretario de Gobierno de la municipalidad de Neuquén, Marcelo Bermúdez; presidente de la Asociación Sanmartiniana, amigo y compañero David Ojeda; comandante de la Sexta Brigada de Montaña, coronel José Saumell Robert; diputados, concejales, ministros, secretarios, subsecretarios, funcionarios del municipio de Neuquén, representantes de la Fuerzas Armadas, de Seguridad y policiales, demás autoridades presentes, pueblo de Neuquén, medios de comunicación.

A las palabras de David y de Marcelo me sumo en este día de reconocimiento a un emblema del país. Hoy es un día de homenaje y de reconocimiento de todo el pueblo argentino. Es justo recordarlo en el marco del combate de San Lorenzo, de la epopeya del cruce de la cordillera de Norte a Sur, de Sur a Norte. En ese coraje, en ese temple y en esa capacidad quiero rescatar dos máximas y dos frases del General San Martín. La primera, él decía que los hombres no viven de ilusiones sino de hechos. Vivimos para cristalizar y hacer realidad los sueños, las expectativas y las necesidades de nuestra gente. Y también decía que más importante que parecer es ser. Esas son las convicciones que llevamos adentro, grabadas a fuego en nuestro corazón desde el día en que nacemos; a partir de los valores que nos inculcan nuestros padres y abuelos, que lo profundizan en esa enseñanza cada uno de esos padres que representa cada maestro.

El General San Martín se imbuía y se nutría de tres sentimientos: la fe cristiana, el amor por la Patria y el amor por la libertad. Quiero decirles que él, en sus principios de hacer realidad los sueños, cuando concreta la obra denominada Americana de la Independencia de Argentina, Chile y Perú, lo hace sobre la base del esfuerzo, de la solidaridad, del coraje y del trabajo en equipo de cada soldado. Como bien decían antes, cuando cumple con esa obra, él en su humildad y honestidad ni siquiera recibe los honores de tamaña obra. No está dispuesto a recibir esos honores. Un ejemplo claro de humildad, de honestidad y de transparencia.

Es esa firmeza que requiere, quiere y exige el pueblo neuquino y argentino, el de la unidad. En esa línea, proyectándonos hacia los días de hoy, yo encuentro en esos valores la causa de la necesidad de la inexistencia, definitivamente, de las confrontaciones, de los egoísmos y de las mezquindades, sino que demos lugar, como decía el otro día David en el Concejo Deliberante, a que ya no haya más discusiones improductivas, sino a la construcción de soluciones para hacer realidad ese sueño que hizo realidad con coherencia el General San Martín: primero, siempre primero, el interés colectivo y el bien público. Antepuso siempre el bien público al interés personal. Mandó, pero no por ambición, solamente mientras consideró que el poder era un instrumento útil para la tarea que el destino, Dios y la Patria le habían fijado.

A poco más de un mes de celebrar el Bicentenario de la Patria, yo encuentro una similitud con este tiempo en este tercer siglo en el ejercicio del derecho ciudadano Gustavo (Alcaraz, ministro de Ciudadanía), en la creación del ministerio de Ciudadanía, en la incorporación en el gobierno para apalancar el derecho de las personas con alguna discapacidad, constituyendo la Mesa de la Diversidad, constituyendo la mesa para generar el auxilio y el acceso al motor de desarrollo que es el trabajo de las pymes neuquinas.

Es esa unidad que entre todos nos han legado generaciones y generaciones que han hecho grande la Patria, nuestra querida Patria, en la cual estamos y debemos estar todos integrados. No hay lugar para que nadie se sienta excluido y cada uno tiene los derechos y las obligaciones para fortalecer ese desarrollo colectivo.

El primer siglo de la Patria fue el siglo de la emancipación y de la independencia. Luego vino el segundo siglo de la Patria, el del fortalecimiento y el advenimiento de la democracia. Y como acabamos de firmar, en la Sala de la Independencia hace 40 días, este tercer siglo, todos los gobernadores y el presidente Mauricio Macri, nos hemos comprometido a hacer realidad la expresión del deseo más íntimo y profundo de cada argentino: la unidad del pueblo argentino, la búsqueda incansable para que no existan más injusticias, sobre la base -definitivamente- de la convivencia y del diálogo, del diálogo y de la convivencia.

Somos parte ya de este legado que han parido generaciones y generaciones. Y en ese granadero pequeño que está ahí, uno ve el futuro. Porque en este presente la responsabilidad es de esta generación, de parir las mismas oportunidades que nos dieron nuestros padres y abuelos. Ahora nos toca a nosotros. Yo quiero venir a renovar el compromiso, en nombre del gobierno y del pueblo neuquino y argentino, de algo que el General fue un maestro en su coherencia de los hechos hacia la palabra. Él fue un guía siempre de nuestros actos como ciudadanos, él fue un ciudadano ilustre, de palabra, pero también de hechos. Un hombre que se desvivió trabajando por el bien común, por el interés del otro, por esa actitud de servicio, para fortalecer el bienestar de cada ciudadano que ama esta hermosa e integra esta amada Patria y provincia.

Ese legado, esas palabras y con esa coherencia en el túnel del tiempo, es el desafío aquí y ahora de esta generación y este tiempo. Nos toca darle profundidad y continuidad a esas herramientas y demostrar que también nosotros somos capaces. Él amaba la libertad. Cuando se habla de una sociedad inclusiva y diversa tiene que ver con esto, con el sano respeto a la opinión de cada neuquino y cada argentino. Sin lugar a dudas que tenemos puntos de coincidencias y puntos de diferencias. En el desafío de encontrarnos en la profundización del diálogo, está la garantía de la construcción ladrillo a ladrillo de un pueblo unido, diverso e inclusivo.

Hay muchos ejemplos a lo largo de la historia. Yo me quedo con el del General San Martín, porque fue un hombre, como me han enseñado en el colegio salesiano Don Bosco de chico, coherente. Más que lo que digamos, lo que hagamos. Y cuando tenemos un cargo público, más que decir, hacer. Hacer, hacer y hacer, encontrarnos diaria y permanentemente en el trabajo que garantice la igualdad de oportunidades. Como decía el General, cierro el discurso y me retiro con la frase que tiene fondo y sentido; él decía que viva la Patria, que viva la Independencia y que viva definitivamente la libertad de todo el pueblo argentino.